El arte
de hacer un buen uso de uno mismo. Saber usarse da seguridad y
te permite disfrutar de todas las actividades que, por su complejidad,
requieren tensión como tocar un instrumento, interpretar en escena, bailar,
andar, pasar la aspiradora, sentarse, vivir...
Un método sencillo de
educación corporal cuyo objetivo es encontrar el equilibrio y la libertad natural del
cuerpo para aprender a movernos con más facilidad; y que, una vez aprendido, no
se olvida.
Una manera de entender
cómo está diseñado el cuerpo para dejarle funcionar como él
sabe...
Una reeducación para
establecer una buena coordinación entre cuerpo y mente.
Un proceso de
aprendizaje lento, pero seguro, que nos ayuda a reconocer nuestros
hábitos y a dejar de interferir con la inteligencia innata de nuestro cuerpo.
Una manera de aprender
a interactuar con el “otro” sin perderse a uno mismo; aprender a estar más
presente y consciente en el espacio donde estamos y compartimos con los demás.
La Técnica Alexander No es:
No es un programa de
ejercicios, como los que puedes aprender en una clase de yoga, Pilates, o en el
gimnasio. La Técnica Alexander te enseña a tomar conciencia de cómo te mueves y
a elegir en cada momento cómo quieres moverte, de manera que no se conviertan
en movimientos automáticos.
No es un tratamiento como la
acupuntura, o la quiropráctica, o los diferentes tipos de masajes. La gran
diferencia es que no nos cualificamos como terapeutas, sino comoprofesores.
Y aquellos que asisten a las clases son alumnos y no
pacientes. Es una educación, o mejor dicho, una reeducación, porque
los alumnos aprenden activamente a aplicar la técnica a su vida diaria una vez
desaprendido los malos hábitos y aprendido los nuevos.
Prevenir antes que curar
El objetivo de esta técnica es enseñar a hacer un buen uso de uno mismo, para poder así prevenir el dolor o la enfermedad; y dotarnos de autonomía para llegar a ser responsables de nuestros malestares. Ser conscientes de nuestros hábitos es el primer paso para el cambio hacia el bienestar. Sin embargo, la mayoría de nosotros (sobretodo en España) no hemos sido educados para prevenir, sino para curar
Su
creador
“Todo
hombre, mujer y niño tiene la posibilidad de alcanzar la perfección física.
Corresponde a cada uno de nosotros alcanzarla mediante la comprensión y el
esfuerzo personal.”
Frederik
Matthias Alexander nació en Tasmania, Australia, en 1869. Fue un bebé prematuro
y su esperanza de vida era de unas pocas semanas. Su infancia transcurrió entre
enfermedades: padecía de asma y otras dificultades respiratorias. Aunque empezó
a estudiar en la escuela, pronto tuvo que dejarla (debido a su pobre salud)
y recibir educación privada del profesor del pueblo, por las tardes. Esto
le permitió tener mucho tiempo libre durante el día y pasarlo con su padre,
cuando su salud se lo permitía, ayudándole y aprendiendo a tratar con los
caballos del negocio familiar.
Gradualmente, se
convirtió en un experto en el adiestramiento ecuestre, desarrollando una
sensibilidad especial en el tacto y una afinada observación que más adelante
será esencial en el desarrollo de su técnica.
Un rasgo de su personalidad, que nos ayuda a entender el descubrimiento de su técnica, es que no estaba dispuesto a aceptar ninguna explicación que se le diera, a menos que se le explicase satisfactoriamente. Él mismo le dijo un día a Walter Carrington que “nunca había entendido cómo era posible creerse nada sin antes experimentarlo”.
Un rasgo de su personalidad, que nos ayuda a entender el descubrimiento de su técnica, es que no estaba dispuesto a aceptar ninguna explicación que se le diera, a menos que se le explicase satisfactoriamente. Él mismo le dijo un día a Walter Carrington que “nunca había entendido cómo era posible creerse nada sin antes experimentarlo”.
Cuando cumplió los 20 años, había
ahorrado suficiente dinero para viajar a Melbourne y emprender un nuevo camino
en el mundo del teatro. Se formará como actor y pronto se especializará
en hacer recitales de Shakespeare: una de sus grandes pasiones desde niño.
En seguida, se estableció como un
actor con muy buena reputación. Y empezaba a ser reconocido por sus admirables
cualidades como “recitador”, cuando sufre repetidamente de afonía en escena,
hasta que un día se quedó totalmente sin voz en medio de un recital importante.
Incapacitado para continuar su
carrera, después de visitar varios médicos en busca de un remedio, y cansado de
no encontrar ninguna ayuda eficaz para solucionar su problema… decide
embarcarse en un proceso de auto exploración que le permita descubrir el
porqué de sus problemas de voz. Algo tiene claro: “debe de ser algo que hago
cuando recito lo que me produce la afonía, ya que no pierdo la voz cuando hablo
normalmente”. Más tarde, se da cuenta de que el problema no es de las cuerdas
vocales, sino de la manera en que usa su cuerpo en escena y, en menor grado,
también en su vida diaria.
Después de un largo
proceso de auto observación y exploración (ayudándose de varios espejos), descubre
la importancia vital de la relación entre el cuello, la cabeza y la espalda. A
esta relación, posteriormente, la llamará CONTROL PRIMARIO.También descubre, después
de “hacer” muchos experimentos, que lo más importante y lo que más le cuesta es
“dejar de hacer”: PARAR. Se da cuenta de queno puede cambiar nada
hasta que no pare su reacción habitual. Así descubre la INHIBICIÓN: decir NO al
estímulo para organizar el cuerpo y conseguir una buena relación entre el
cuello, la cabeza y la espalda (Control Primario) antes de la acción.
Cuando vuelve a escena una vez
recuperado, después de muchos años, sus compañeros de trabajo y algunos
médicos se interesan por su técnica y le animan a enseñarla. Empezará entonces
su carrera como profesor de la Técnica a la que dio su nombre.
Posteriormente, Alexander hizo uso
de sus manos para transmitir con más precisión y claridad lo que explicaba con
sus palabras. De esta manera, podía enseñarla individualmente, teniendo en
cuenta el uso de cada persona y logrando así un mayor entendimiento, no solo
mental pero también físico, de cada uno de sus alumnos.
Vivirá intermitentemente entre
Londres y Nueva York, donde se dedicará a enseñar y a divulgar su Técnica. Es
en Londres, en 1931, cuando funda la primera
escuela para enseñar su método, de donde saldrán los primeros profesores de
la Técnica Alexander.
Su vida seguirá siempre ligada al
“dejar de hacer para comenzar a hacer de otra forma”. A los 75 años
sufre una parálisis cerebral, que deja la mitad de su cuerpo inutilizado.
Aunque los médicos ven difícil su recuperación, a los pocos meses Alexander ya
estaba trabajando otra vez. Se recuperará gracias a haber dedicado toda su vida
a desarrollar una técnica que le permitiera tener control sobre sí mismo.
Muere en Londres a los 86
años. Siguió dando clases de Técnica Alexander hasta dos semanas
antes de morir.
Esto son los 4 libros que escribió
para dejar constancia de su técnica:
“MAN’S SUPREME INHERITANCE” – 1910
“CONSTRUCTIVE CONSCIOUS CONTROL OF
THE INDIVIDUAL” – 1924
“THE UNIVERSAL CONSTANT IN LIVING” –
1942
Beneficios
«El
objetivo de mi técnica no es liberarse de tensiones, sino reorganizarlas
haciendo una fuente de energía y de
satisfacción»
Fedrerick
Mathias Alexander
Algunos beneficios
Te sientes relajado y
despierto a la vez.
Ya no me afectan tanto las cosas, me
enfado menos.
Aumenta el control sobre uno mismo yte
hace sentir más seguro.
Te da más presencia
y disminuye el miedo escénico.
Me permito descansar en los
momentos de descanso.
Puedo tocar el
piano durante horas y no sentir dolor.
Soy más sensible a los mensajes de
mi cuerpo; y ya no
estoy cómodo apoltronado en mi sofá.
¡He descubierto que si me
agacho bien no duele!
Ya no camino mirando el suelo, así
que no me pierdo detalle.
Ya no me aburro cuando estoy
esperando el autobús: ahora puedo pensar en mis direcciones y me canso
menos cuando estoy de pie.
Ya no uso el aparato para las
contracturas y ¡hasta se me caducan los analgésicos!
Estoy contenta porque el otro día toqué
durante toda una opera y no me apareció el dolor en el hombro.
En clase, ya no me ponen tan
nervioso los alumnos y cuando quiero que me escuchen, en vez de
gritarles, paro y pongo en práctica mis direcciones Alexander… y ellos
en seguida se calman.
Me levanto más contenta por las
mañanas: me siento como si estuviera capacitada para enfrentarme a todo,
ya sea bueno o malo.
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