La esclerosis lateral amiotrófica (abreviadamente, ELA, y
también llamada enfermedad de Lou Gehrig por el jugador de los Yankees de Nueva
York retirado por esta enfermedad en el año 1939 y, en Francia, Enfermedad de
Charcot) es una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. Se origina
cuando unas células del sistema nervioso llamadas motoneuronas disminuyen
gradualmente su funcionamiento y mueren, provocando una parálisis muscular
progresiva de pronóstico mortal: en sus etapas avanzadas los pacientes sufren
una parálisis total que se acompaña de una exaltación de los reflejos
tendinosos (resultado de la pérdida de los controles musculares inhibitorios).
El nombre de la enfermedad, descrita por primera vez en 1869
por el médico francés Jean Martin Charcot (1825-1893), especifica sus
características principales:
«esclerosis lateral»
indica la pérdida de fibras nerviosas acompañada de una «esclerosis» (del
griego σκλήρωσις, ‘endurecimiento’) o cicatrización glial en la zona lateral de
la médula espinal, región ocupada por fibras o axones nerviosos que son
responsables últimos del control de los movimientos voluntarios.
«amiotrófica» (del
griego, a: negación; mio: ‘músculo’; trófico: ‘nutrición’), por su parte,
señala la atrofia muscular que se produce por inactividad muscular crónica, al
haber dejado los músculos de recibir señales nerviosas.
En la ELA, las funciones cerebrales no relacionadas con la
actividad motora, esto es, la sensibilidad y la inteligencia, se mantienen
inalteradas. Por otro lado, apenas resultan afectadas las motoneuronas que
controlan los músculos extrínsecos del ojo, por lo que los enfermos conservan
los movimientos oculares hasta el final. Igualmente, la ELA no daña el núcleo de
Onuf, por lo que tampoco resultan afectados los músculos de los esfínteres que
controlan la micción y defecación.
La ELA se conoce también con otros nombres:
«Enfermedad de Lou
Gehrig» (1903-1941; jugador estadounidense de béisbol) en EE. UU.
«Enfermedad de
Charcot» en Francia.
EMN (enfermedad de
las motoneuronas).
Enfermedad de la
neurona motora (popularmente en singular, a pesar de que afecta al medio millón
de motoneuronas que conectan el cerebro con los músculos).
Se trata de una enfermedad tan frecuente como la esclerosis
múltiple y más que la distrofia muscular. En el ámbito popular, es conocida
especialmente por ser la que padece el físico Stephen Hawking el cual es el
paciente más famoso con esta enfermedad. (1942).
La debilidad muscular implica dificultad a la hora de andar
y la dificultad de coordinación en alguna de sus extremidades (las manos,
especialmente, en lo que se refiere a inconvenientes a la hora de realizar
determinadas actividades cotidianas). La extensión de ese debilitamiento y de
la parálisis al tronco termina por provocar problemas para masticar, tragar y
respirar, llegándose a la necesidad, a este último respecto, de recurrir a la
ventilación mecánica.
Progresivamente, aparecen movimientos musculares anormales
como fasciculaciones, espasmos, sacudidas, calambres o debilidad, o una anormal
pérdida de masa muscular o de peso corporal. La progresión de la enfermedad es
normalmente irregular, es decir, asimétrica (la enfermedad progresa de modo
diferente en cada parte del cuerpo). A veces, la progresión es muy lenta,
desarrollándose a los largo de los años y teniendo períodos de estabilidad con
un variable grado de incapacidad.
En ningún momento se afectan las facultades intelectuales,
ni los órganos de los sentidos (oído, vista, gusto u olfato) ni hay afectación
de los esfínteres ni de la función sexual. La enfermedad cursa sin dolor aunque
la presencia de calambres y la pérdida de la movilidad y función muscular
acarrean cierto malestar. En cualquier caso, esta sensación suele desaparecer
con la medicación específica y el ejercicio. En algunos casos, aparecen
síntomas relacionados con alteraciones de la afectividad (llanto, risas
inapropiadas o, en general, respuestas emocionales desproporcionadas como
reacción a la afectación física) denominados labilidad emocional y que en
ningún caso significa que exista un auténtico problema psiquiátrico.
ELA esporádica: su
aparición parece completamente azarosa. No es posible identificar ningún tipo
de factor de riesgo (ni ambiental, ni profesional, ni geográfico, ni
alimentario o cultural) asociable con ella.
ELA familiar: se
trata de una variante hereditaria con un perfil típicamente autosómico
dominante; hay evidencias para un grupo de pacientes que constituyen entre el
5% y el 10% de los casos.
En general, la ELA no está considerada como una enfermedad
hereditaria, pero el tener un familiar con este padecimiento, debe de ser
considerado en una historia clínica.
En cualquier caso, desde hace muchos años se sabe que existe
una forma familiar aproximadamente en el 5-10% de los casos de ELA. Se sabe, no
obstante, de la existencia de una enzima genéticamente probada, la SOD-1
(superóxido dismutasa-1) que está involucrada en la aparición de algunos casos
de ELA familiar.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, es decir, no
existe ninguna prueba específica que dé el diagnóstico definitivo. Después de
que se haya sospechado el diagnóstico de ELA, se pueden practicar diversas
pruebas para descartar otras enfermedades que pueden simular la ELA. Con estas
pruebas, el estudio de la historia clínica del paciente y el examen neurológico,
es suficiente generalmente para llegar al diagnóstico definitivo.
Entre las pruebas que se pueden realizar para ayudar al
diagnóstico, se encuentran la resonancia magnética nuclear, cerebral o espinal,
la electromiográfico, y determinados análisis de sangre específicos. En muchas
ocasiones, el diagnóstico definitivo puede tardar varios meses en producirse,
aun después de realizar todos las pruebas pertinentes y observar la evolución
de los síntomas.
Complicaciones
Neumonía
secundaria a eventos aspirativos por disfagia.
Insuficiencia
respiratoria.
Hipoxia cerebral relacionado con el pobre
aporte de O2 originado por la mala calidad de la dinámica respiratoria.
Tratamiento
Por ahora no existe ningún tratamiento probado contra la
ELA. Sin embargo, el reciente descubrimiento de determinados factores de
crecimiento neuronal y de agentes bloqueantes del glutamato, se han mostrado
prometedores en la detención de la progresión de la enfermedad, aunque no
existe aún ningún fármaco que la cure.
Sí existen fármacos para combatir el conjunto de síntomas
que acompaña a la enfermedad, como son los calambres, la espasticidad, las
alteraciones en el sueño o los problemas de salivación. Existen numerosas
estrategias muy eficaces para cuando aparecen las alteraciones respiratorias o
cuando surgen problemas relacionados con las secreciones. Los fisioterapeutas,
terapeutas ocupacionales y logopedas, son los profesionales encargados de
asegurar la independencia funcional a través del ejercicio y la utilización de
los equipos técnicos oportunos.
La gran complejidad del tratamiento multidisciplinar hace
necesario el desarrollo de vías clínicas que organicen y homogeneicen con
sentido las atenciones a estos pacientes, en pos de mejorar su calidad de vida.
En este sentido en 2006 se desarrolló en la Comunidad de Madrid (España) una
red de atención con una vía clínica para los cuidados de estos pacientes en un
trabajo en equipo coordinado por el Dr. Rodríguez de Rivera.
La FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) de
Estados Unidos ha aprobado como tratamiento el uso de riluzol, una molécula que
prolonga la vida varios meses porque bloquea la liberación de sustancias
nocivas para las neuronas motoras: frena la liberación de glutamato, disminuyendo
su efecto excitotóxico.
Existe también la vía del uso terapéutico de factores
neurotróficos,15 pero esta se encuentra con el problema de que, al tener que
actuar sobre las neuronas a través de receptores específicos, precisan de ser
administrados directamente en el líquido cefalorraquídeo o por vía intratecal.
Otra de las posibles vías para el tratamiento de la
esclerosis lateral amiotrófica es el Concepto Bobath. Ferulización para evitar
deformidades articulares.
Por último, ciertos datos experimentales revelan que las
células madre ejercen efectos neuroprotectores sobre las motoneuronas dañadas a
través de factores liberados (sin embargo, no está claro aún si las células
madre pueden llegar a reemplazar motoneuronas dañadas por la ELA).
No hay comentarios:
Publicar un comentario