¿Te sientes con miedo o incomodo cuando estás con otras
personas? ¿Se te hace difícil estar en el trabajo o en clase? ¿Tienes un miedo
horrible a hacer o decir algo que te provoque vergüenza? ¿Miedo a equivocarte?
¿Te preocupas en exceso cuando sabes que vas a conocer a alguien? ¿Te sonrojas,
sudas mucho o sientes temblores, vómitos, antes o durante un evento social?
¿Evitas las situaciones sociales? ¿Tomas alcohol para que estos temores
desaparezcan?,….
Muy probablemente, si padeces alguna de las cuestiones
anteriores, estés sufriendo fobia social.
La característica esencial de este trastorno es el miedo
persistente y acusado a situaciones sociales o actuaciones en público por temor
a que resulten embarazosas. Por ello si te ves expuesto a una de estas
situaciones, casi con seguridad, sufrirás una respuesta inmediata de ansiedad…
Tu temor puede llegar a ser tan fuerte que te impida
realizar tus tareas diarias con normalidad, hablar con las demás personas en el
trabajo e incluso puede, ocasionalmente, impedirte ir a trabajar. Llegarás a
pensar que los demás te observan esperando a que te equivoques y, situaciones
tan habituales como, hablar por teléfono, ir al baño en un local o firmar un
cheque, se conviertan en un suplicio.
Es normal que sintamos cierto nivel de nerviosismo ante la
idea de saber que vamos a conocer a alguien o cuando tenemos que hablar en
público. Pero la persona que padece fobia social se preocupa en exceso, casi
semanas o incluso meses antes de que llegue ese momento, siempre poniéndose en
la peor de las situaciones posibles y hace todo lo que en su mano esté por
tratar de evitar esa situación.
Suele aparecer típicamente a mediados de la edad adulta, a
veces con el antecedente infantil de timidez o inhibición social y es más
frecuente en las mujeres que en los hombres.
El diagnostico puede ser de:
1- Fobia social
específica, en la que sólo se temen algunas situaciones particulares.
2- Fobia social
generalizada.
Si piensas que eres la única persona en el mundo que se
siente así, te equivocas ya que su aparición es mucho más común de lo que se
piensa popularmente, y no hay que considerar esta fobia como extraña. Aceptarlo
abiertamente en público es el mejor modo de comenzar a superarlo, para poder intentar
sentirse mejor comprendido y de ese modo, aminorar la angustia.
Algunos signos y síntomas característicos de este tipo de
fobia son:
1- Físicos: rubor,
sudoración excesiva, deseo urgente de orinar, sensación de presión en la
cabeza, temblor en la voz, tartamudez, dificultad para respirar,…
2- Cognitivos y
emocionales: miedo a bloquearse, pensamientos negativos (voy a hacer el
ridículo, seguro que no les interesa mi opinión,…), temor intensos a ser objeto
de una evaluación negativa,…
Desde el punto de vista comportamental, algunas personas
anticipan y evitan las situaciones sociales temidas, mientras que otras
personas las afrontan pero recurren a “conductas de seguridad”, es decir,
conductas con las que intentan protegerse de un modo u otro para atenuar o
suprimir la ansiedad. Las conductas de seguridad atenúan la ansiedad a corto
plazo, pero refuerzan el trastorno a medio y largo plazo. Algunos ejemplos de
conductas de seguridad pueden ser: evitar mirar a los ojos o desviar la mirada,
meterse las manos en los bolsillos, escapar y refugiarse en un baño o
habitación, lavarse las manos, tomar alcohol, ansiolíticos, usar ropas anchas o
frescas para que no se note el sudor, situarse de forma estratégica en
reuniones o en clase,…
¿Qué puedo hacer para solucionar mi problema?
Si padeces alguno de estos síntomas descritos anteriormente,
piensa que no estás solo. Reconocer que tenemos un problema es el primer paso
para poder solucionarlo así que, ya tenemos gran parte del camino recorrido.
Mi consejo es que acudas a un profesional adecuado para
ponerle remedio lo antes posible. La fobia social suele presentar una buena
respuesta a la terapia cognitivo-conductual (TCC), en sus variantes individual
y grupal. Es fundamental que los mismos sean llevados a cabo por personal
altamente entrenado. En gran parte de los casos está indicado también el
tratamiento psicofarmacológico, que suele lograr respuestas donde la TCC sola
no lo logra, además de acortar los tiempos de evolución.
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