Cada niño/a con autismo tiene diferentes reacciones y problemas
en niveles distintos. Aquí hay algunos de los problemas que acompañan
frecuentemente al autismo.
Problemas
sensoriales
Un
gran número de niños con autismo es muy consciente de, e incluso dolorosamente
sensible a, ciertos sonidos, texturas, sabores y olores. Algunos niños no
soportan el roce de la ropa en su piel. Algunos sonidos, una aspiradora, un
teléfono sonando, una tormenta repentina, incluso el sonido de las olas
rompiendo en la costa, harán que estos niños cubran sus oídos y griten.
En
el autismo, parece que el cerebro es incapaz de equilibrar adecuadamente los
sentidos. Algunos niños no parecen notar el dolor o frío extremos. Un niño/a
con autismo puede caerse y fracturarse un brazo, y nunca llorar. Otro puede
gritar alarmado cuando apenas se lo toca.
Retraso
mental
Muchos
niños con autismo tienen alguna disfunción mental. Al realizar pruebas, algunas
áreas de capacidad pueden ser normales, mientras otras pueden ser especialmente
débiles. Por ejemplo, un niño/a con autismo puede tener buenos resultados en
las partes de la prueba que miden las habilidades visuales, pero obtener
puntajes más bajos en la parte del lenguaje.
Convulsiones
Uno
de cada cuatro niños con autismo desarrollará convulsiones, que a menudo
comienzan en la infancia temprana o cuando se convierten en adolescentes.
Convulsiones, causadas por actividad anormal en el cerebro, pueden producir
pérdida de conciencia temporal (desvanecimiento), una convulsión
corporal, movimientos inusuales o ausencia. A veces, un factor que contribuye
es la falta de sueño o una fiebre alta. Un EEG (electroencefalograma, un
registro de las corrientes eléctricas desarrolladas en el cerebro por medio de
electrodos que se aplican en el cuero cabelludo) puede ayudar a confirmar la
presencia de la convulsión.
En
la mayoría de los casos, las convulsiones se pueden controlar con algunos
medicamentos llamados “anticonvulsivos”. La dosis del medicamento se ajusta
cuidadosamente, de manera que se utilice la mínima cantidad posible que sea
eficaz.
Síndrome
de X frágil
El
síndrome de X frágil es la forma más común de retraso mental hereditario.
Ocurre porque una parte del cromosoma X tiene una porción defectuosa que parece
pinzada y frágil cuando se lo observa en el microscopio. El síndrome de X
frágil afecta a alrededor de dos a cinco por ciento de las personas con
autismo.
Es
importante que se realicen pruebas de detección de X frágil a los niños con
TEA, especialmente si los padres están considerando tener otro hijo/a. Por una
razón desconocida, si un niño/a con TEA también tiene X frágil, existe una
probabilidad de uno de cada dos de que los niños nacidos de los mismos padres
tengan el síndrome. Otros miembros de la familia que puedan estar pensando en
tener un hijo/a quizás también quieran realizarse pruebas de detección del
síndrome.
Esclerosis
tuberosa
La
esclerosis tuberosa es un raro problema genético que causa tumores benignos (no
cancerosos) que crecen en el cerebro, así como en otros órganos importantes.
Entre el uno y el cuatro por ciento de las personas con autismo también tiene
esclerosis tuberosa.
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